La semana pasada fui a la presentación del libro de mi amigo Josep de Martí, “Como nos engañaron con la ley de la dependencia”, realizado en el Colegio de Médicos de Barcelona, donde nos volvió a reiterar el fracaso de esta ley, y del engaño que a supuesto a millones de personas en España.
Fue una exposición muy didáctica, bien armada, clara y muy interesante de escuchar, como cualquiera de las conferencias de Josep. Pero a mí me generó toda una serie de dudas e incertidumbres, y como no controversias, de una ley que continúa siendo progresista y un referente en todo el mundo, otra cosa sería su aplicabilidad.
La denominada ley de la dependencia, es una ley fundamental del entramado jurídico español y confiere a todo español un nuevo derecho al mismo nivel que la seguridad o la sanidad, y le confiere el rango de básico y universal. Entonces si este derecho no está siendo otorgado a los españoles, ¿Por qué no lo anulamos? Y la duda que pasaría si fuésemos a la tribunales de justicia y exigiésemos su cumplimiento.
La ley de la dependencia, no solo fue ambiciosa por los derechos que incorporaba, sino también exigía muchos recursos económicos a desembolsar, y se creía que como España iba bien, que el propio crecimiento económico la podría mantener. Siempre habrá la discusión que ya fue una ley imposible de acometer aunque en España no hubiese crisis económica. Pero ahora toca priorizar costes y ser realistas, a quién debemos proteger más: a la población más dependiente, a la población de menor renta, qué principio de solidaridad regional queremos, …
Cuando viajas por el mundo te das cuenta que hay países que viven en mejores condiciones que nosotros en España, pero también que aquí vivimos muchísimo mejor que en la mayoría de países de todo el mundo, y que si la crisis nos hace perder derechos, nuestro estándar de calidad de vida continua siendo excelente y que la atención al adulto mayor sigue siendo muy buena, dejemos de quejarnos y busquemos soluciones, el victimismo no lleva a ninguna parte.
Cuesta bajar de la nube en que estábamos y renunciar a derechos que tenemos, ahora ya es igual quién fue el culpable, pero no podemos tener una ley tan importante que no se cumpla con la excusa de no hay dinero, se puede reformar o hacer nueva. Pero con la excusa de que no hay dinero, se está incumpliendo una ley fundamental, no dejemos a los políticos resquicios para el incumplimiento de derechos fundamentales y tan sensibles socialmente hablando.
Como economista, sigo pensando que la ley de la dependencia se puede cumplir, pero solo a cambio de renunciar a otros costes que el estado español está soportando, y aquí es donde debemos priorizar. Todos debemos plantaernos que alcance de ley de la dependencia queremos y que coste estamos dispuestos a soportar.
Jordi Vilajosana
Profesor y emprendedor