Si le preguntamos a un niño por que quiere ser feliz, nos podrá dar dos tipos de respuesta; por que si, para los niños es obvio, pasarlo bien, jugar, disfrutar, divertirse, es lo que toca, a medida que van creciendo, entran en ellos restricciones y el denominado sentido de la responsabilidad; estudio, trabajo, comportamiento, … y la segunda respuesta puede ser; por que me lo paso bien jugando, me divierte.
Cuando somos niños es muy obvio, lo más importante es jugar para divertirnos, el camino a la madurez nos hace cambia las prioridades, llega la palabra sacrificio, nos “obligan” a dejar de divertirnos, a trabaja, a estudiar, a asumir obligaciones, …. ¿Por qué, durante tantos siglos no nos podemos plantear la vida como un camino feliz, donde éste sea nuestro focus?, respuesta que casi de manera automática daremos; debo ganarme la vida, como vivo sin dinero, ¿y mis hijos?, …, hemos convertido el trabajo en un esfuerzo y sacrificio, y dejamos para el tiempo libre, el disfrute.
Pensemos durante 5 minutos qué pasaría si cambiamos el paradigma actual; trabajamos para ser felices, por el trabajo es nuestro camino de felicidad. La sociedad actual, donde “nadamos” en abundancia, ¿podría soportarlo?. Después de pensarlo solo unos momentos, creo que la mayoría de nosotros lo vemos imposible, y al cabo de 10 minutos, nos daremos cuenta que esto supondría una revolución social, económica y política, el poder de las organizaciones se basa en el miedo, nuestras estructuras actuales son dominadas por la presión de las jerarquías, por limitar el pensamiento libre, por mantener las mismas creencias limitantes de hace más de 2000 años.
Por lo tanto, antes de responder a ésta pregunta, qué responsabilidad se nos cae encima!!!, podemos provocar una revolución, una revolución de felicidad!!!.
Que la felicidad es nuestro principal propósito de vida, es una evidencia, creo, pero no todo el mundo lo ve igual. No he conocido a nadie que me diga que no quiere ser feliz, puede haber confusión, o desconocimiento aparente de cómo obtenerlas. También gente que quiere autodestruirse, pero que no dicen que no quieren ser felices, pero que las circunstancias de la vida, se lo están impidiendo.
¿Pero qué nos limita a obtener nuestra felicidad?
Creo que es nuestra mente, está presente en nosotros mismos casi las 24 horas; razonando, controlando, proyectando, no nos deja solos en ningún momento, ya que esa es la función que creemos que tiene, estar con nosotros, para ayudarnos a sobrevivir, pero a veces no nos deja ser felices.
Nuestras experiencias, se acumulan en nuestra cerebro, y condicionan las percepciones, la expresión: “vemos es lo que queremos ver”, cada día la tengo muy presente. Tenemos condicionadas nuestras percepciones, y por ende nuestra visión de la felicidad.
Entonces ¿Qué tenemos que hacer? ¿Desaprender lo que aprendido hasta hoy?, la toma de conciencia de que llevamos puestas unas gafas que filtran nuestra visión, y desde ese momento que nos las saquemos, … a disfrutar y cambia de gafas!!!!. Ser feliz no es una obligación, no es una responsabilidad,, ser feliz es, vivir el ahora, no sentirnos culpables por el pasado, no estar ansiosos por el futuro. Hace unos meses un amigo mío me comento si era capaz de pararme en un semáforo en rojo y no pasar, sin haber circulación de coches, y me instó a probarlo, y me comentó: Jordi, es una manera de parar el tiempo. Pues un ejercicio tan simple, aparentemente, me ha costado poderlo realizar, la primera sensación es, estoy haciendo el ridículo, todo el mundo cruza la calle, qué pensarán de mi, y ahora, pienso, wow, soy capaz de parar el tiempo y estar conmigo un minuto. Si lo comparamos con la felicidad, el construirnos este camino, puede ser, que tengamos que salir de nuestro espacio natural, y la gente nos vea como “bichos raros”, ya iremos tomando conciencia, que es nuestra mente la que proyecta nuestras limitaciones y creencias históricas de siglos y siglos.
Al final, la pregunta: ¿Por qué ser feliz?
Podemos responderla de múltiples maneras desde nuestra mente, en esto somos expertos, pero si nos planteamos no contestarla, por que debo contestarla, ¿A quién debo reportar acerca de mi felicidad? A mi mente o a mi corazón o ¿a los dos?
Por qué no intentamos sentirla, con el corazón y no con la cabeza, esto ya lo hacemos constantemente. Si cerramos los ojos y focalizamos nuestra atención en la respiración, en inhalar y exhalar, y vemos que nos viene a la cabeza. Con la pregunta en nuestro interior, ¿cuál será la respuesta? Sin juicios, sin culpabilidades, sin pasado, sin futuro, nada es nada, todo lo que construimos lo proyecta nuestra mente, para ser felices, quizá tendremos que desaprender todo lo aprendido.
Adriana Fernández, Coach de Vida y Jordi Vilajosana, Emprendedor y profesor universidad.