El concepto de la felicidad en las organizaciones, empezó hace algunos años, donde las empresas estaban volviendo estar en crecimiento, se había superado la crisis económica y financiera del 2008. Las grandes corporaciones, no es que estuviesen preocupadas de manera altruista por sus empleados, pero si como mejorar su rendimiento y sobre todo su capacidad creativa y sobre todo innovativa. El mundo empresarial se estaba dando cuenta que la sociedad estaba cambiando, con nuevos valores (calidad de vida, equilibrio personal, sostenibilidad,..), y con la expansión de la globalización y la rápida evolución de la tecnología, aquellos productos o servicios que hace muy pocos años eran inimaginables, ya eran una realidad. Por lo tanto las organizaciones debía capacitar a sus trabajadores, todo motivar y sobre todo retener el talento, y evitar su fuga.
Con éste “caldo de cultivo”, se empezaron a desarrollar programas orientados a satisfacer a los empleados, denominados programas de Bienestar: salud, nutrición, deporte y actividades sociales, como ejes básicos. Por primera vez las empresas, desarrollaban actividades que ayudaban a mejorar el equilibrio personal de los trabajadores, entiendo que esto aumentaría su compromiso, motivación y creatividad. Además de mejorar sus condiciones laborales en ámbitos hasta hora nunca “tocados”: flexibilidad laboral, mejora entornos físicos, incentivos monetarios,… Y alguien se atrevió a cambiar el nombre del departamento recursos humanos, y crear el departamento de la felicidad en las organizaciones.
La empresa cada vez más, se convertía en un repartidor de caramelos, pero ahora su envoltorio, no era en forma de dinero o demandas laborales tradicionales, sino un elenco de actividades, en pos de la mejora personal.
Pero cabe, parase un momento, y recordar cuando eramos pequeños, y alguien nos daba un caramelo, que hacíamos, lo saboreamos, e intentábamos que nos durase el máximo tiempo posible, lo disfrutábamos al máximo. Cuando volvíamos a ver a esta persona, y nos volvía a dar un caramelo, entonces nos sentíamos reconocidos, se había acordado de nosotros!!!!, seguíamos disfrutando del caramelo, pero ya no con la emoción de la primera vez. Pero si volvíamos a verlo, entonces ya le exigíamos, quiero MI caramelo!!!, se había convertido en un derecho adquirido. Y esto es lo que está pasando en las empresas, se ha dedicado a repartir mejoras, para intentar satisfacer a sus empleados, por miedo de perder competitividad, pero ahora qué? Con la crisis actual no tienen ese “colchón” de beneficios que les permite sufragar estos costes del bienestar, si les retiran los caramelos a los trabajadores; ¿qué pasará? Mantendrán el nivel de compromiso? Seguirán motivados?…
La felicidad en la organización no viene determinada por las mejoras, programas de bienestar o caramelos que “regalemos”, esto aportara satisfacción, pero siempre será temporal, terminados los “regalos”, la satisfacción irá desapareciendo, e irán apareciendo frases como: con todo lo que le he dado a mis empleados, y ahora me dejan cuando mas lo necesito,…
Nosotros entendemos la felicidad como un concepto ligado a la plenitud personal, al equilibrio y desarrollo, aún estado donde nos sentimos llenos de una energía y gratitud que hace que no necesitemos nada mas. No estamos diciendo que la mejora de las condiciones laborables no sea bueno, pero…..
La felicidad en las organizaciones se consigue, no solo mejorando condiciones laborales o con programas de bienestar, sino intentando tomar conciencia de tres conceptos clave:
- Reconocimiento
- Orden
- Equilibrio entre el dar y recibir.
Cuando una empresa está en equilibrio, es por que sus trabajadores, se sienten reconocidos, existe un orden aceptado por todos y sobre todo respetado y además creen que reciben compensaciones (dinerarias o no) en base de lo que aportan ellos. Pensemos que el reconocer a los trabajadores, aporta mayor satisfacción que una mejora laboral.
Estamos hablando de auténticas organizaciones felices o plenas, donde emergen nuevos conceptos de gestión:
- Autogestión, vamos eliminado jerarquías y órganos que su función sea, controlar y supervisar.
- Transparencia, la información deja ser un foco de poder.
- Confianza, para poder eliminar las tareas típicas de control, debemos aumentar nuestra autoconfianza, así iremos disminuyendo nuestra necesidad de supervisar.
Este nuevo tipo de organizaciones, que está emergiendo, supone un importante cambio de la cultura organizativa, ya que dejaremos atrás el antiguo paradigma del trabajo: trabajar es un sacrificio, y no es una actividad para ser feliz, e implantaremos el nuevo: el trabajo como actividad que nos aportará felicidad y desarrollo personal. La empresa deja de ser un lugar de obligaciones o imposiciones.
Cuando era pequeño, mi abuelo me decía: si al trabajo le dedicamos tantas horas, haz algo que te guste, no puedes ser infeliz 5 días a la semana.
Ahora en plena pandemia, es el momento donde aparecen delante nuestro, y de manera más clara y rápida, todo aquello que no hemos hecho y querríamos hacer, debemos pensar que este COVID 19, no trae los cambios, sino que nos está provocando para acelerar un cambio que ya hace años que empezó. Las organizaciones ya hace años que están sufriendo la evolución, que lo queramos ver o no, ya es otra cosa. Pero con los cambios que nos provoca el COVID-19, es cuando se pone a prueba la fiabilidad de nuestra estructura, la capacidad de adaptarse al cambio, es bueno analizar como lo estamos gestionando, aprovechemos la situación para cambiar el modelo organizativo,, el viento lo tenemos a favor!!!.
Pero debemos tener claro, los cambios en una organización empiezan desde arriba de la pirámide jerárquica, si el “jefe”, no cambia, no evoluciona, no se adapta o no quiere ser feliz, la organización tampoco se moverá, por muchos talleres de felicidad que hagamos en la empresa, si cuando finalizan el “jefe” nos sigue tratando igual, solo habremos disfrutado unos momentos de desconexión.
JORDI VILAJOSANA
Empresario social y profesor universidad