María, nacida hace 90 años en Trinidad, Cuba. Tiene la misma edad de Fidel Castro, no es famosa, pero tiene una historia de vida y unas sensaciones transmitidas, que la hacen muy interesante de conocer. Quiero compartir con vosotros una frase suya, que una vez le dijo a su sobrina: «tómate la vida con tranquilidad, y todo se solucionará solo».
«Tómate la vida con tranquilidad, y todo se solucionará solo».
Es una persona activa, autosuficiente, cocina riquísimo, es cariñosa, encantadora, educada, tierna, y ante todo feliz, está en paz consigo mismo. Todo un sinfín de adjetivos le podríamos poner a María, pero lo más importante es su bondad, que te la transmite con su mirada. Cuando entré en su casa, fué saludarla y me cautivó.
Alquilé una habitación para estar dos días en Trinidad, y allí es donde tuve la oportunidad de conocerla. En broma, le pedí el credencial justificativo, cuesta creer que tenga 90 años. Siempre está realizando alguna actividad y muy pendiente de todo lo que pasa en la casa, para darte la comida, hacerte un café o simplemente conversar contigo.
Me senté en la mesa del comedor, después de haber dado una vuelta por la ciudad. María se sentó a mi lado y empezamos a hablar. Vive en Trinidad con sus sobrinos, que la adoran, y ella los quiere como si fuesen sus hijos. La que lleva la casa es ella, pues ellos están poco tiempo en el hogar, trabajando como transportista él y ella como médico.
Me estuvo comentando muchas vivencias pasadas: su vida en una Hacienda de españoles, sus 10 hermanos… En la improvisada charla se incorporó su sobrina, muy atenta con todo lo que María iba explicando. No hablaba con acritud, cuando explicaba cómo había perdido sus tierras y posición social gracias a la intervención socialista. María acepta todo lo que le ocurrió como una experiencia más en el camino de la vida.
Está, sinceramente, muy orgullosa de su familia, y del duro trabajo que ha realizado.
Les pregunté que era para ellos la felicidad, María nos comentó la importancia de tres aspectos: la buena convivencia con sus sobrinos (los adora), lo confortable que era la casa y la paz interior que tenía. Y acto seguido, nos comentó que ya estaba dispuesta para terminar sus días entre nosotros, que su trabajo ya había llegado a su fin.
Me sorprendió con que paz y alegría lo dijo, con serenidad y una absoluta tranquilidad. Nos dijo:’mi trabajo aquí ya ha terminado ‘. En ese momento entendí por lo que me transmitió, la esencia de la felicidad, es difícil de explicar con palabras.
Una experiencia especialmente enriquecedora en mi viaje a Cuba
Hay gente que te deja huella en esta vida, y ver a María, a una persona con 90 años, con plenas capacidades físicas y cognitivas intactas, es genial, pero además, verla, sentirla feliz es algo único. Vale la pena volver a Cuba solo para poder estar otro ratito con ella y volver a percibir esas sensaciones de plenitud y de felicidad total.
He aprendido, pero sobre todo, he tomado conciencia de toda una serie de aspectos:
- «La felicidad es un camino no un objetivo». Es un camino con subidas, bajadas, y con curvas y rectas, un proceso de aprendizaje evolutivo y el mejor premio está en ti mismo. Hay que dejar fluir lo que llevamos dentro.
- A la gente mayor la debemos escuchar, valorar, aprender y sobretodo respetar su libertad. Nos aportan muchas cosas y deberíamos tomar conciencia de ellas. A nuestros mayores hay que dedicarles momentos de calidad.
- La felicidad de la gente mayor (como la del resto de la población ) se basa en su paz interior, y en la mejora de sus condicionantes externos: «buena» convivencia, ambiente sosegado, reconocimiento de su autonomía (María cocina y limpia).
Aún me queda mucho por aprender y andar en el camino de la vida, pero el tomar conciencia de la importancia de la felicidad a través de la sabia y serena mirada de María, es algo único.
Jordi Vilajosana
Emprendedor y profesor de universidad