La tortilla de patatas ha sido la comida de referencia durante mi infancia y era los viernes cuando nos tocaba comerla. Durante la semana ensalada, verdura, pollo plancha, yo esperaba el inicio del fin de semana para no ir al cole y además para poder comer la tortilla de patatas que nos hacía Teresa, vecina de casa, persona encantadora y muy cariñosa con nosotros.
¿Qué me ha aportado la tortilla de patatas? Muchas cosas hasta hoy, primero de todo disfrutar de su olor, su sabor, textura,… era deliciosa, también me lo pasaba bien, cuando a hurtadillas entraba en la cocina y “robaba” algunas patatas fritas, que lógicamente Teresa me pillaba, ya que siempre estaban muy calientes y me quemaba la lengua, jajajaj.
Me encantaba ver como la hacía, primero freía las patatas con aceite muy caliente, a mí me dejaba, batir los huevos, luego lo mezclaba todo, en un cuenco grande para que las patatas se untasen bien del huevo, para dejarlo caer en la sartén. El paso para mi más complicado era girar la sartén con un plato encima, pero lo hacía con una destreza espectacular, y yo con la boca abierta mirándola. Un día me dijo que me enseñaría hacerla, ya que decía: “es muy sencillo, huevos, patatas y aceite, si aprendes a hacerla ya podrás irte a vivir solo, sin depender de nadie, debes ser un hombre moderno” Y me enseñó, pero a mí nunca me han quedado como a ella, y eso que es una comida con pocos ingredientes y secuencias de cocinar fáciles de aprender y realizar, pero el punto de esa tortilla de patatas nunca lo he conseguido realizar, y la he repetido muchas veces, pero la mía ya es otra tortilla de patatas no la de Teresa.
Con la tortilla de patatas he aprendido que las recetas son imprescindibles, la enseñanza de un experto también, no hay que partir nunca de cero. Pero el punto de cocción, sabor, textura, color de la comida, es muy personal. ¿Se imaginan que fueses capaces de ser llegar al nivel de Ferrán Adriá a través de sus recetas?, en el último reportaje del restaurante Bulli ya lo dijo: “en mis recetas no lo explico todo, sino la gente sabría tanto como yo”, pero aun así la emoción, la pasión, la actitud,… no se puede transmitir en un papel, es algo personal e intransferible, y eso es lo que lo hace diferentes los platos. Somos un cúmulo de experiencias, aprendizajes e historia, pero que cada uno de nosotros ponemos nuestra propia guinda a la vida.
La tortilla de patatas también me ha servido posteriormente para explicar costes y su utilidad a los ingenieros de edificación. Genera debate: con o sin cebolla, hecha o un poco cruda, patatas fritas o cocinas, huevos de corral o no, … Pueden parecer debates que nada tienen que ver con la construcción, pero al final les digo: “substituir los ingredientes por las materias primas (cemento, acero, tochanas,…), la cocina con la obra,… “. Entonces se dan cuenta de la importancia de hacer bien una obra, ya que todos recuerdan que si la tortilla de patatas está bien hecha la satisfacción del consumidor es mayor, la importancia de los procesos, de la calidad de la obra y sobre todo de la importancia de la persona en la dirección de las obras. La gestión de costes no es solo gastos y más gastos, sino a través de ellos miramos procesos, calidades y capacidad de gestión de las personas. Y todo ello lo conseguimos con el planteamiento de algo tan simple como es la elaboración de una tortilla de patatas, pero es algo que a todos nos emociona a todos.
Al final lo importante es la pasión e ilusión con que emprendemos la vida, la felicidad es una consecuencia de nuestra actitud, y la tortilla de patatas un instrumento, simple pero que bien hecha deliciosa.
En los negocios y en la formación es lo mismo, hay que ponerle pasión, emoción y una sonrisa, y nuestros clientes y alumnos lo agradecerán y además les servirá de motivación. Son tiempos de cambio, y con una simple tortilla de patatas podemos mover el mundo.
Jordi Vilajosana
Emprendedor y profesor universitario